martes, 8 de diciembre de 2009

Pride Restubar

El Pride Este es el nombre de un versátil bar de la Colonia Condesa que, fuera de toda discusión, ha sido uno de los más emblemáticos para ciertos sectores de la vida nocturna gay de la Ciudad de México en los últimos años. El pasado septiembre cumplió los 7 años y ojalá se mantenga por otros muchos más.

La excepcionalidad del Pride sobre otros antros es justamente ese, que no se trata propiamente de un antro. Es un bar, es un restaurante, es un billar o un futbolito, es un karaoke y ha pretendido con éxito estacionario o temporal, ser un simple centro de reunión del ambiente gay clasemediero fuera de la calle de Amberes en la Zona Rosa.

Hoy en día, donde existen ya antros como el Envy, avocados a segregar y a copiar los patrones más dolorosos de la sociedad mexicana al colocar a un antipático cadenero y a un tipo soso haciéndose el que revisa una interminable lista de “invitados”, el Pride se mantiene como ese lugar donde la única discriminación está en el precio: si lo puedes pagar, eres bienvenido. Esto no quiere decir que sea particularmente exclusivo, pero recordemos que un enorme porcentaje de la sociedad mexicana no tendría acceso a él. En el Pride he visto a grandes y chicos, fresas y no fresas, hombres y mujeres, guapos y feos, bien vestidos y mal vestidos, desfiguros y refinamientos. La vibra general del lugar es simplemente festiva y relajada, sin mayores pretensiones. Anteriormente contaba con una mayor iluminación que un típico bar o antro. Es decir, el Pride ofrecía un lugar de convivencia para la gente homosexual fuera de la clandestinidad de un típico bar o antro donde la oscuridad se hace cómplice de la sola búsqueda de encuentros sexuales.

En sus inicios el Pride abría sus puertas todos los días salvo el domingo. Con el tiempo, tomó el lunes como otro día de descanso. Al ser restaurante y tener actividades planeadas para cada día de la semana, uno podía encontrar gente todos los días. Los días más concurridos eran el martes y jueves. Sin embargo, las dinámicas de la vida nocturna gay convocaron a la clientela a otros lugares y a concentrarla ahí los martes. Hoy en día si uno va al Pride cualquier noche fuera del martes, probablemente lo encuentre vacío, salvo una parroquiana clientela de jueves asidua a cantar en el karaoke. Los viernes y sábados también es posible encontrar a alguna persona celebrando su cumpleaños con numerosos amigos.

Las bebidas tienen precios similares a los de otros bares de la Condesa. La carta no es precisamente barata, pero tampoco muy cara y la calidad de la comida es buena. Desde unos rollos primavera a una pizza, uno puede encontrar diferentes opciones. No se recomienda ir a cenar los martes pues el lugar está saturado de gente y el servicio tiende a entorpecerse, además de que uno difícilmente encontrará un espacio para hacerlo cómodamente. Sin embargo, cualquier otro día es una buena opción para ir a cenar con la pareja, algún ligue o grupo de amigos. El personal tienen un trato amable excepcional y destacable. A lo largo de los años, el bar ha sufrido diferentes transformaciones y su actual decoración y distribución de los espacios definitivamente no es la más afortunada. Por otro lado, la ley antitabaco ha volcado a toda la clientela a la calle. Esperemos que pronto Gaby, su alegre y maravillosa dueña, nos sorprenda con una nueva remodelación.

Muchos gays tenemos uno o dos lugares simbólicamente representativos de nuestros inicios en la vida fuera del clóset. En mi caso, el Pride es uno de ellos y uno muy querido y atesorado. En el Pride di mis primeros pasos, he conocido a gente extraordinaria, he pasado grandes momentos y, sobre todo, aprendí a andar en un mundo nuevo de forma amigable, cálida y, sobre todo, abierta.

¿Cómo llegar?
El Pride está en Alfonso Reyes 281, esto es prácticamente al final de la avenida, cuando se incorpora a Nuevo León o a Baja California. Metro Chilpancingo se encuentra a una unas cuantas cuadras. Cuenta con valet parking. Una buena opción para la noche de martes es ir al Pride un rato y salir a cenar tacos en el Califa o el Farolito que se encuentran a unos pocos locales de distancia, también sobre Alfonso Reyes.

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